La importancia de una adecuada estimulación

Actualmente se ha hablado mucho de la estimulación de los niños, pero no sin cierto desatino. Encontramos padres que proveen a sus hijos de un exceso de estímulos, que en realidad no son capaces de asimilar por su corta edad, o porque madurativamente hablando no han alcanzado el desarrollo adecuado para comprender ciertos estímulos. Pero, a parte de esto, encontramos un tipo de estimulación, la temprana, que se adecua a los períodos sensitivos de los niños. Es decir, aquella, que con base científica demostrada, es capaz de influir en el aprendizaje de los niños proveyéndolos de estímulos adecuados a su nivel madurativo en aquellas etapas en que los niños están mas predispuestos a aceptar tales estímulos y por tanto no retrasando determinados aprendizajes. A esto es a lo que me refiero con una estimulación adecuada y la importancia que esto tiene en el desarrollo cognitivo del niño.

Pero, como en todo, para ello debemos conocer bien como se desarrollan nuestros niños. Seguir unas pautas sencillas de observación que nos permitan comprender los pasos que ha seguido ese niño en cuestión en cuanto a conexiones neuronales. Y todo esto desde el momento en que nacen. Ahora sabemos que cuando un niño tira todo al suelo, mete cosas en el DVD, churretea su helado por toda la casa, etc. no es sino una fase de su aprendizaje de las consecuencias de sus actos. No se trata de un niño travieso, desastroso sino que tiene la capacidad de comprender que cuando suelta algo con la mano cae y se puede volver a coger, y cae de una determinada forma. Que cuando mete objetos comprueba que es una caja vacía, que puede guardar cosas en su interior, que cuando el helado se le derrite en la mano y mancha todo, que ese líquido cambia su forma y su color en función de donde se deposite, etc. y un sinfín de propiedades de los objetos que no sería capaz de comprender de otra manera diferente, más que experimentándolo.

Es justo cuando observamos esos cambios, esos nuevos descubrimientos cuando debemos atender a lo que puede venir y si es necesario estimular al niño o proveerle de los estímulos necesarios para que siga desarrollando esos descubrimientos, dándole libertad de movimientos, de objetos, etc. Por supuesto siempre con la seguridad de que no se hagan daño.

Con estos simples gestos lograremos niños más eficaces y que resolverán en el futuro los problemas más fácilmente que aquellos que han sido privados de esos estímulos.

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